Desde la antigüedad, los hombres
se han preguntado de qué están
hechas las cosas.
El primero del que tenemos noticias fue un pensador griego, Tales de Mileto, quien
en el
siglo VII antes de Cristo, afirmó que
todo estaba constituido a partir de agua,
que enrareciéndose o
solidificándose formaba todas las sustancias conocidas.
Con posterioridad,
otros pensadores griegos supusieron que la sustancia primigenia
era otra.
Así, Anaxímenes, en al
siglo VI a. C. creía que era el aire y Heráclito
el fuego.
En el siglo V, Empédocles reunió las teorías de sus predecesores y
propuso no una,
sino cuatro sustancias primordiales, los cuatro elementos:
Aire, agua, tierra y fuego.
La unión de estos cuatro elementos, en distinta
proporción, daba lugar a la vasta
variedad de sustancias distintas que se
presentan en la naturaleza.
Aristóteles, añadió a estos cuatro elementos un quinto:
el quinto elemento, el éter o
quintaesencia, que formaba las estrellas, mientras que los otros cuatro
formaban
las sustancias terrestres. Tras la muerte de Aristóteles, gracias a
las conquistas
de Alejandro Magno, sus ideas se propagaron por todo el mundo
conocido, desde
España, en occidente, hasta la India, en el oriente. La mezcla
de las teorías de
Aristóteles con los conocimientos prácticos de los pueblos
conquistados hicieron
surgir una nueva idea: La alquimia.
Cuando se
fundían ciertas piedras con carbón, las piedras se convertían en metales,
al
calentar arena y caliza se formaba vidrio y similarmente muchas sustancias se
transformaban en otras. Los alquimistas suponían que puesto que todas las
sustancias
estaban formadas por los cuatro elementos de Empédocles, se
podría, a partir de
cualquier sustancia, cambiar su composición y convertirla
en oro, el más valioso de
los metales de la antigüedad. Durante siglos, los
alquimistas intentaron encontrar,
evidentemente en vano, una sustancia, la
piedra filosofal, que transformaba las
sustancias que tocaba en oro, y a la
que atribuían propiedades maravillosas y mágicas.
Las conquistas
árabes del siglo VII y VIII pusieron en contacto a éste pueblo con
las ideas
alquimistas, que adoptaron y expandieron por el mundo, y cuando Europa,
tras
la caída del imperio romano cayó en
la incultura, fueron los árabes,
gracias a
sus conquistas en España e Italia, los que difundieron en ella la
cultura clásica.
El más importante alquimista árabe fue Yabir (también conocido como Geber)
funcionario de Harún
al-Raschid (el califa de Las mil y una noches) y de su visir Jafar
(el
conocido malvado de la película de Disney). Geber añadió dos nuevos elementos a
la lista: el
mercurio y el azufre. La mezcla de ambos, en distintas proporciones,
originaba todos los metales. Fueron los árabes
los que llamaron a la piedra filosofal
al-iksir y de ahí deriva la palabra elixir.
Aunque los
esfuerzos de los alquimistas eran vanos, su trabajo no lo fue. Descubrieron
el antimonio, el bismuto, el zinc, los, ácidos fuertes, las bases o álcalis (palabra que
también deriva del árabe), y cientos de compuestos
químicos. El último gran
alquimista,
en el siglo XVI, Theophrastus Bombastus von Hohenheim, más
conocido como
Paracelso,
natural de suiza, introdujo un nuevo elemento, la sal.
Robert Boyle, en el siglo XVII, desechó todas las ideas de los elementos
alquímicos y
definió los
elementos químicos como aquellas sustancias que no podían ser
descompuestas
en otras más simples. Fue la primera definición moderna y válida de
elemento
y el nacimiento de una nueva ciencia: La Química. Durante los siglos
siguientes,
los químicos, olvidados ya de las ideas alquimistas y aplicando
el método científico,
descubrieron nuevos e importantes principios químicos,
las leyes que gobiernan las
transformaciones químicos y sus principios fundamentales.
Al mismo tiempo, se
descubrían nuevos elementos químicos.
Apenas iniciado el siglo XIX, Dalton,
recordando las ideas de un filósofo
griego, Demócrito,
propuso la teoría atómica, según la cual, cada elemento estaba formado un
tipo especial
de átomo, de
forma que todos los átomos de
un elemento eran iguales entre sí, en
tamaño, forma y peso, y distinto de los átomos de los distintos elementos.
Fue el
comienzo de la formulación y nomenclatura Química, que ya había
avanzado a finales
del siglo XVIII Lavoisier.
Conocer las
propiedades de los átomos, y en especial su peso, se transformó en la
tarea fundamental de la
química y, gracias a las ideas deAvogadro y Cannizaro,
durante la primera mitad del siglo XIX, gran parte de la labor química
consistió
en determinar los
pesos de los átomos y las
formulas químicas de muchos compuestos.
Al mismo tiempo, se iban descubriendo más
y más elementos. En la década de 1860 se
conocían más de 60 elementos, y
saber las propiedades de todos ellos, era imposible
para cualquier químico,
pero muy importante para poder realizar su trabajo. Ya en 1829,
un químico
alemán,Döbereiner, se percató que
algunos elementos debían guardar
cierto orden. Así, el calcio, estroncio y
bario formaban compuestos de composición
similar y con propiedades similares,
de forma que las propiedades del estroncio eran
intermedias entre las del
calcio y las del bario. Otro tanto ocurría con el azufre,
selenio y teluro
(las propiedades del selenio eran intermedias entre las del azufre y
el
teluro) y con el cloro, bromo y iodo (en este caso, el elemento intermedio
era el
bromo). Es lo que se conoce como tríadas
de Döbereiner. Las ideas de Döbereiner
cayeron en el olvido, aunque muchos
químicos intentaron buscar una relación entre
las propiedades de los
elementos.
En 1864, un químico ingles, Newlands, descubrió que al ordenar los elementos según
su
peso atómico, el octavo elemento tenía propiedades similares al primero,
el noveno al
segundo y así sucesivamente,
cada ocho elementos, las propiedades se repetían, lo
denominó ley de las octavas, recordando los
periodos musicales. Pero las octavas de
Newlands no se cumplían siempre, tras
las primeras octavas la ley dejaba de cumplirse.
En 1870, el químico alemán Meyer estudió los elementos de forma gráfica,
representando
el volumen de cada átomo
en función de su peso, obteniendo una gráfica en ondas cada
vez mayores, los
elementos en posiciones similares de la onda, tenían propiedades
similares,
pero las ondas cada vez eran mayores e integraban a más elementos.
Fue el
descubrimiento de la ley periódica, pero llegó un año demasiado tarde. En 1869,
Mendeleyev publicó su tabla periódica. Había ordenado
los elementos siguiendo su
peso atómico, como lo hizo Newlands antes que él, pero tuvo tres ideas geniales:
no mantuvo fijo el periodo de repetición de propiedades, sino que lo amplió conforme
aumentaba el peso atómico
(igual que se ampliaba la anchura de la gráfica de Meyer).
Invirtió el orden de algunos elementos para
que cuadraran sus propiedades con las de
los elementos adyacentes, y dejó huecos, indicando que correspondían
a elementos
aún no descubiertos.
En tres de los huecos, predijo las propiedades de los elementos que habrían de descubrirse
(denominándolos
ekaboro, ekaaluminio y ekasilicio), cuando años más tarde se
descubrieron el
escandio, el galio y el germanio, cuyas propiedades se correspondían
con las
predichas por Mendeleyev, y se descubrió un
nuevo grupo de elementos
(los gases nobles) que encontró acomodo en la tabla de Mendeleyev,
se puso de
manifiesto no sólo la veracidad de la ley periódica, sino la
importancia y utilidad de la
tabla periódica.
La tabla periódica
era útil y permitía predecir
las propiedades de los elementos, pero no
seguía el orden de los pesos
atómicos. Hasta los comienzos de este siglo, cuando
físicos como Rutherford, Borh y Heisemberg pusieron de manifiesto la estructura
interna del átomo, no se comprendió la naturaleza del orden periódico.
Pero eso,
eso es otra historia....
|
Que buena informacion gracias a eso tengo 20 en la materia
ResponderEliminarHi
ResponderEliminarFUCK
Eliminaresta todo mal weon
EliminarESTA SUPER CHIDO EL TEXTO
ResponderEliminargracias profe
ResponderEliminar